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sábado, 5 de enero de 2013

EL MOVIMIENTO UNIVERSITARIO MÁS CONOCIDO en CHILE

ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS EN LOS  60s


El desarrollo de la sociedad chilena, en el pasado, se caracterizó por una dinámica y densidad de la vida política institucional en contraste con un débil crecimiento económico.

Santiago de Chile en 1967

En las últimas décadas podemos apreciar el revertimiento de este crecimiento, pero contrastado con el retraso del sistema político – institucional.


Citemos como ejemplo: la estructura de descentralización y gobiernos regionales, así como la legislación sobre  municipalidades son en extremos deficitarios.

La situación universitaria de los últimos 44 años, reproduce, con las características propias de cada entidad, los rasgos que individualizan el conflicto social de las sociedades del globo.

La promoción de cambios que marcaron la década de 1960, fue un signo ideológico a nivel mundial, latinoamericano y chileno. Los universitarios de distintas latitudes, salieron a la calle para exigir solicitudes, que abarcaban diferentes intereses: “¿porqué no nos permiten llevar a nuestras amigas a los dormitorios” (Universidad de París Oeste de Nanterre La Défense, 4 de mayo, 1968).   

La consigna de entonces, escrito en las paredes de La Sorbonne, otra Universidad de París, decía: “seamos realistas, pidamos lo imposible” (mayo francés, 1968).





Muchos jóvenes chilenos participaron del proceso, ya el año anterior, 11 de agosto, con “tomas” de universidades y catedrales, para concretar lo que se buscaba. Sus promotores y oponentes pusieron tal énfasis en sus ideas y pensamientos que dieron vida a una generación de líderes que han marcado el acontecer nacional de los últimos 34 años.


Lograron dividir al partido político Demócrata Cristiano y crear el MAPU (Movimiento de Alianza Popular Unitaria), tendencia de izquierda, el 19 de mayo de 1969.


Los “Gremialistas”, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en Santiago, movimiento universitario liberal – conservador, inspirado en la doctrina social de la Iglesia Católica, (1967), fundaron la Unión Demócrata Independiente UDI, el 24 de septiembre de 1983.


Y de ahí, al Gobierno de Transición a la democracia, 1990, como Ministros, Senadores y Diputados...


En la promoción de cambios en la década de 1960, estuvieron presentes: la Revolución cubana (1° de enero, 1959) y la respuesta norteamericana, su principal enemigo;

la Reforma Agraria de Jorge Alessandri Rodríguez (1962) y, más tarde, con fuertes modificaciones en el proceso de expropiaciones, en el gobierno de Eduardo Frei Montalva y sus asesores, Rafael Moreno, Jacques Chonchol y Hugo Trivelli (26 de abril de 1966);


los cambios producidos en la Iglesia Católica con el Concilio ecuménico Vaticano II, en cuatro sesiones, entre el 11 de octubre de 1962 y el 8 de diciembre de 1965;

la reforma electoral que eliminó el cohecho en las elecciones (oficialmente), Ley N° 12.889 del 31 de mayo, 1958, donde Chile pasó de una democracia coartada a una democracia de masas.


Por doquier,  las palabras: progreso, cambio y revolución, eran escuchadas. Por ende, no era extraño que el estudiante universitario de la época viera en la institución un campo fértil de transformación.


En ese contexto, muchos jóvenes pertenecientes o seguidores de la Democracia Cristiana Universitaria DCU, afirmaban que la Universidad Católica UC, junto al área rural eran los únicos sectores conservadores que quedaban en el país.

Pontificia Universidad Católica (Casa Central en Santiago)



Los calificativos se sucedían vertiginosamente en contra de la UC: clasista, sectaria, retrógrada, feudal, monárquica y “momia”. 


Se buscó un cambio netamente académico, con planes de estudios flexibles y profesores con tiempo completo. Encontraban que la UC, más se parecía a un colegio particular que un espacio donde se hiciera ciencias y conectarse con el país.

Pero, en lo esencial, deseaban que todos los actores del estamento universitario: profesores, estudiantes y administrativos tuvieran voz y voto en las decisiones. 

Más, existían intenciones profundas: participar directamente en la elección del Rector, aspiraban que su nombramiento no dependiera del Vaticano, sino de la Iglesia Católica chilena.


Los reformistas veían en el Arzobispo, Rector y Gran Canciller de la Universidad, Monseñor Alfredo Silva Santiago (1894 – 1975), a la antítesis de las transformaciones.

Como dato al margen, Don Alfredo Silva Santiago apoyó a ingenieros de la facultad para dar inicio a las trasmisiones, el 21 de agosto de 1959, de la Corporación de Televisión de la Universidad Católica de Chile, Canal 13, en Santiago.


De los 2 mil obispos que votaron por las reformas planteadas en el Concilio Vaticano II, Monseñor Silva Santiago, fue uno de los 90 que se opusieron a dichos planteamientos.

El 28 de junio de 1967, los estudiantes, después de convocar a un Plebiscito, donde la pregunta era concisa y precisa: “¿debe renunciar el Rector de la UC, designado directamente por el Vaticano?”.

La respuesta fue categórica: 3 mil 221 estudiantes, contestaron si, y 569 no; 2 mil 500 se abstuvieron y 300 votos en blanco (declarados nulos).


Los del “si” se pusieron en contacto con el Arzobispo de Santiago, Cardenal Raúl Silva Henríquez (1907 – 1999), para pedirle su apoyo en esta gestión.


Monseñor Silva Henríquez era conocido por su inclinación a las transformaciones de la institución ya citada. Su posición en la Iglesia Católica chilena era hacia el progresismo social, votando positivamente por las reformas en el Concilio Vaticano II.

Aún más, en uno de sus manuscritos escribió la decepción que tuvo al ser nombrado Arzobispo de Santiago, donde se encontró “con la desagradable sorpresa de que no tendría injerencia alguna dentro de la Universidad y que ésta mantendría como Rector y Gran Canciller a Don Alfredo Silva Santiago”.


El Cardenal se comprometió a tomar contacto con la Santa Sede para el nombramiento de un Prorrector que asumiera la dirección del establecimiento, asegurando su democratización.

Don Alfredo Silva Santiago, quedaría solo con el cargo de Gran Canciller, es decir, máxima autoridad eclesiástica, sin ejercer autoridad académica.


Inicialmente, se creó el nuevo reglamento general, que venía discutiéndose desde hacían 2 años y en sus páginas se explicitaba: el nombramiento del Rector continuaría por la Santa Sede, pero ya no en forma arbitraria, sino a través de una terna propuesta por el Consejo Superior.

Se suprimía la cláusula que exigía que el Rector fuera un sacerdote. Del mismo modo, sobre la obligación de los profesores de hacer profesión de fe.

Se le entregarían facultades al Rector para nombrar a los profesores y autoridades superiores, (anteriormente éstos eran nombrados solo por el Gran Canciller y Arzobispado de Santiago).

El Rector ya no dictaría los planes de estudios, debido que éstos serían elaborados a través de las facultades.

Finalmente, el nuevo Rector, excepcionalmente en esa oportunidad, sería elegido a través de la convocatoria a un claustro pleno, formado por profesores y representantes estudiantiles.


Monseñor Silva Santiago, quien fuera Arzobispo, Rector y Gran Canciller de la Universidad, expresó su disposición de retirarse al momento que el Vaticano aprobara el documento.


La génesis de esta Reforma había comenzado  el 15 de junio de ese mismo año 1967, en la Universidad Católica de Valparaíso, donde estudiantes se habían tomado la Escuela de Arquitectura en demanda de reformas y mayor participación en las decisiones.


El Consejo Universitario solicitó la renuncia de su primer Rector laico, desde 1964, Arturo Zavala Rojas. Entonces en esa casa de estudio el Gran Canciller era Monseñor Emilio Tagle, Obispo de Valparaíso.

Ante tal situación, los reformistas de la Pontificia Universidad Católica (PUC) de Santiago, convocaron al Consejo General de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC), el día 10 de agosto, con el ánimo de iniciar una huelga para destituir al Rector.

La votación concluyó con 63 votos a favor de la toma de la Universidad y 9 en contra. 

Uno de éstos últimos era el gremialista,  vicepresidente del Centro de alumnos de la Escuela de Derecho, Jaime Guzmán Errázuriz, Senador UDI, entre los años 1990 -1991, siendo un fuerte opositor a la reforma planteada por la FEUC.


La madrugada del 11 de agosto, la Casa Central de la PUC, estaba tomada por los estudiantes. El líder de ese grupo era el actual diputado Socialista, desde 1990, Carlos Montes Cisternas.


Los encargados de materializarla estaban provistos de alambres, candados, cadenas y comida.

Sus demandas eran: designar un Prorrector encargado de organizar un claustro pleno, con un 75 por ciento de profesores y un 25 por ciento de estudiantes, llevándose a efecto, en un plazo no superior a 6 meses para la elección del nuevo Rector.


Recordemos que la decisión de tomarse la Universidad provino del Consejo General de la FEUC, sin consultar al resto de los estudiantes, por lo tanto, la reacción de los descontentos conservadores fue el de tomar contacto con algunos dirigentes de las escuelas de Economía y Agronomía.

A pesar de no estar organizados, un grupo de exaltados conservadores partieron a desalojar a los estudiantes en huelga. 




Se relata que, la confusión era tal, entre golpes, gritos, que los pacientes del Hospital Clínico, adyacente a la UC, optaron por lanzar las chatas (orinal de cama para los enfermos que no pueden incorporarse), desde las ventanas para que finalizara la gresca. Acertada idea.


 Así comenzó la organización de los opositores a la reforma. Formando el Comando por la Defensa de la Universidad.

Mientras tanto, la FEUC envió un emisario al Vaticano (1967). El elegido fue José Joaquín Brunner Ried (demócratacristiano, luego MAPU y actualmente militante del Partido Por la Democracia PPD), Ministro Secretario General de Gobierno (1994-1998), durante la administración de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994 – 2000).


Brunner se dirigió a la Santa Sede para conversar con el prefecto de la Congregación para la Educación Católica, el Cardenal francés, Gabriel Marie Garrone, muy conocido por su participación en el Concilio Vaticano II.

 Este entendió las inquietudes de los alumnos universitarios, pero no le agradó el método utilizado: la toma de la universidad.

Mientras, en la capital de Chile, los reformistas ganaban adeptos y opositores. 

El principal medio escrito chileno, en Santiago, de tendencia conservadora  “El Mercurio”, hizo una fuerte crítica al movimiento, exigiendo que los estudiantes devolvieran la Casa Central a sus legítimas autoridades.


 Con un sólido argumento, el periódico afirmaba que la toma era promovida hábilmente por el Partido Comunista: “maniobra del marxismo en torno a la democracia”.


 Se apoyaba en la publicación de una antigua revista, de frecuencia irregular,  “Cuadernos Universitarios” (1967 – 1970, 2da. época) por Juventudes Comunistas de Chile, Comisión Nacional Universitaria.


Ahí se sostenía que los estudiantes comunistas debían ponerse al frente del movimiento universitario, para lograr la democratización de los estamentos particulares, eliminando sus autoridades e ir lentamente imponiendo la estatización.


Un largo lienzo con la inscripción: “Chileno: El Mercurio miente” apareció a los pies de la imagen del Cristo Redentor, en el frontis  de la Casa Central de la PUC, por la Avenida Bernardo O´Higgins (Alameda) (11 de agosto, 1967).






Se produjo tal polémica que terminó en un debate televisivo a través de Canal 13.

 Entonces, esta estación televisiva funcionaba en el entrepiso del interior de esta Casa de Estudios.


Por “El Mercurio”, asistió su Director, el periodista  René Silva Espejo (1904 – 1980); 

por la  FEUC, su presidente, Miguel Ángel Solar (1944), actualmente Director del Departamento de Atención Domiciliaria del Hospital Regional de Temuco, candidato a concejal, independiente apoyado por la DC,  en las últimas elecciones municipales, octubre, 2012.

En el foro, Miguel Ángel Solar negó la participación de las juventudes comunistas en el movimiento. Asegurando que la democratización había nacido en el grupo de los jóvenes cristianos. No interfiriendo el hecho que los comunistas hubiesen vuelto a publicar “Cuadernos Universitarios”.


Agregó en aquella oportunidad: “y aún más, aunque realmente estuviéramos de acuerdo con los comunistas, aunque unidos por el bien común, yo diría, no les tenemos ningún miedo”.


René Silva Espejo, en tanto, afirmó que todos coincidían en que las universidades, incluyendo las estatales, podían ser objeto de mejoramientos y modificaciones, pero, para llegar a ese objetivo no era necesaria la violencia.


 Agregó además que, la petición de un gobierno, más el hecho que los estudiantes cristianos estuvieran de acuerdo con los comunistas, no era para darle un valor temporal.

El 18 de agosto, después del debate televisivo, un grupo reducido del Comando por la Defensa de la PUC, intentó recuperar la Casa Central, sin lograrlo.


El día anterior, el gobierno  de Eduardo Frei Montalva (1964 -1970), había reaccionado solicitando a la Santa Sede encomendar al Cardenal Raúl Silva Henríquez, para solucionar el conflicto.

El Vaticano aceptó y le confirió los poderes correspondientes el 20 de agosto.


En una entrevista Monseñor explicó:
“El Presidente me urgió tomar medidas y me manifestó que si el lunes 21 no estaba solucionado, el Gobierno tomaría la Universidad…, la Central Única de Trabajadores CUT, había anunciado acciones de solidaridad con los alumnos y lo que se temía era que la izquierda marxista avivara la situación hasta provocar una revolución contra el Gobierno".



Ese lunes, el Cardenal se reunió con los profesores, quienes en su mayoría apoyaban la toma.

Estos propusieron para el cargo de Prorrector al docente DC, de la Escuela de Arquitectura, Fernando Castillo Velasco (1918), Intendente de la Región Metropolitana (1994), alcalde de La Reina (1965-1968, 1992-1993, 1996-2004).


Pero los alumnos universitarios querían al sacerdote italiano Egidio Viganó, Rector Mayor de la Congregación Salesiana de Don Bosco (1977-1995) y profesor de teología dogmática en el establecimiento.

Monseñor Silva Henríquez negoció con la FEUC, transando en la aceptación de las demandas estudiantiles a cambio que éstos aceptasen a Castillo Velasco.


Monseñor Alfredo Silva Santiago no firmó el acuerdo y renunció a su cargo de Gran Canciller y Rector de la PUC.

La toma finalizó el 22 de agosto, es decir, 11 días despúes.


En los primeros días de septiembre, la Santa Sede aceptó la renuncia de Monseñor Silva Santiago.


Fernando Castillo Velasco asumió como Rector interino. Cinco meses más tarde fue ratificado en su cargo, en un claustro pleno de académicos y estudiantes.


Las reformas empezaron de inmediato. Sin embargo, se produjeron grandes divisiones entre los estudiantes proclives a ésta, dando inicio a un nuevo movimiento…

Al año siguiente, los estudiantes más radicales demócratas cristianos, se separan y forman el “Movimiento 11 de Agosto”. Su propuesta fue: una universidad al servicio del pueblo.

Esta división es el antecedente de la ruptura que tuvo a fines de los 60s, el Partido Demócrata Cristiano, donde nació el nuevo Movimiento de Alianza Popular Unitaria MAPU.


Uno de sus fundadores fue el actual sociólogo,  Manuel Antonio Garretón (1943), presidente de la FEUC en 1973,  junto a Carlos Montes Cisternas, Jacques Chonchol, Rafael Agustín Gumucio, José Miguel Insulza, Tomás Moulian, Rodrigo Ambrosio, Enrique Correa Ríos, Jaime Estévez entre otros.

La división de los precursores de la reforma ayudó a que los estudiantes que se opusieron a ella, formaran el movimiento Gremialista, liderado por Jaime Guzmán Errázuriz. Sus fundamentos eran la despolitización de la universidad y la autonomía del movimiento estudiantil.




Guzmán Errázuriz fue un opositor tenaz a la toma de la universidad planteada por la FEUC en 1967, y a su presidente Miguel Ángel Solar. 

Años más tarde, cuando Solar fue detenido después del Pronunciamiento Militar en 1973, Guzmán se transformó en su defensor, logrando su excarcelación y obteniéndole  la visa para salir del país.

Los gremialistas ganaron la FEUC en noviembre de 1968, con Ernesto Illanes como presidente. Actualmente economista, profesor investigador en el Instituto de Economía de la UC,  fundador y Rector de la Universidad de Puerto Varas (2001-2004).

El Movimiento Gremialista siguió al frente de la FEUC hasta el fin de la rectoría de Fernando Castillo Velasco en 1973.

Con el Gobierno Militar los rectores fueron relegados de sus cargos.

No obstante, se dio la paradoja de que, la reforma pedida por los estudiantes en 1967, no fue apoyada por la FEUC, durante cinco años.

Esta fue concretada por la rectoría y académicos. Los gremialistas se opusieron a ella, argumentando que eran apolíticos.

Pero, al comienzo de los 70s, impulsaron la movilización social contra el gobierno de Salvador Allende Gossens (1970-1973).


En 1980, , fundaron el Movimiento de Unión Demócrata Independiente como base ideológica del partido Unión Demócrata Independiente UDI (1983), en las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1989,  para ser partes del futuro Gobierno de Transición a la democracia.

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