ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS EN LOS 60s
El desarrollo de la
sociedad chilena, en el pasado, se caracterizó por una dinámica y densidad de
la vida política institucional en contraste con un débil crecimiento económico.
Santiago de Chile en 1967 |
En las últimas décadas
podemos apreciar el revertimiento de este crecimiento, pero contrastado con el
retraso del sistema político – institucional.
Citemos como ejemplo:
la estructura de descentralización y gobiernos regionales, así como la
legislación sobre municipalidades son en
extremos deficitarios.
La situación
universitaria de los últimos 44 años, reproduce, con las características
propias de cada entidad, los rasgos que individualizan el conflicto social de
las sociedades del globo.
La promoción de
cambios que marcaron la década de 1960, fue un signo ideológico a nivel
mundial, latinoamericano y chileno. Los universitarios de distintas
latitudes, salieron a la calle para exigir solicitudes, que abarcaban
diferentes intereses: “¿porqué no nos permiten llevar a nuestras amigas a los
dormitorios” (Universidad de París Oeste de Nanterre La Défense, 4 de mayo,
1968).
La consigna de
entonces, escrito en las paredes de La Sorbonne, otra Universidad de París,
decía: “seamos realistas, pidamos lo imposible” (mayo francés, 1968).
Muchos jóvenes chilenos
participaron del proceso, ya el año anterior, 11 de agosto, con “tomas” de
universidades y catedrales, para concretar lo que se buscaba. Sus promotores y
oponentes pusieron tal énfasis en sus ideas y pensamientos que dieron vida a
una generación de líderes que han marcado el acontecer nacional de los últimos
34 años.
Lograron dividir al
partido político Demócrata Cristiano y crear el MAPU (Movimiento
de Alianza Popular Unitaria), tendencia de izquierda, el 19 de mayo de 1969.
Los “Gremialistas”, de
la Pontificia Universidad Católica de Chile, en Santiago, movimiento
universitario liberal – conservador, inspirado en la doctrina social de la
Iglesia Católica, (1967), fundaron la Unión Demócrata Independiente UDI, el 24
de septiembre de 1983.
Y de ahí, al Gobierno
de Transición a la democracia, 1990, como Ministros, Senadores y Diputados...
En la promoción de
cambios en la década de 1960, estuvieron presentes: la Revolución cubana (1° de
enero, 1959) y la respuesta norteamericana, su principal enemigo;
la Reforma
Agraria de Jorge Alessandri Rodríguez (1962) y, más tarde, con fuertes
modificaciones en el proceso de expropiaciones, en el gobierno de Eduardo Frei
Montalva y sus asesores, Rafael Moreno, Jacques Chonchol y Hugo Trivelli (26 de
abril de 1966);
los cambios producidos en la Iglesia Católica con el Concilio
ecuménico Vaticano II, en cuatro sesiones, entre el 11 de octubre de 1962 y el
8 de diciembre de 1965;
la reforma electoral que eliminó el cohecho en las
elecciones (oficialmente), Ley N° 12.889 del 31 de mayo, 1958, donde Chile pasó
de una democracia coartada a una democracia de masas.
Por doquier, las palabras: progreso, cambio y revolución,
eran escuchadas. Por ende, no era extraño que el estudiante universitario de la
época viera en la institución un campo fértil de transformación.
En ese contexto,
muchos jóvenes pertenecientes o seguidores de la Democracia Cristiana
Universitaria DCU, afirmaban que la Universidad Católica UC, junto al área rural eran los únicos sectores conservadores que quedaban en el país.
Los calificativos se
sucedían vertiginosamente en contra de la UC: clasista, sectaria, retrógrada,
feudal, monárquica y “momia”.
Se buscó un cambio netamente académico, con
planes de estudios flexibles y profesores con tiempo completo. Encontraban que
la UC, más se parecía a un colegio particular que un espacio donde se hiciera
ciencias y conectarse con el país.
Pero, en lo esencial, deseaban que todos los
actores del estamento universitario: profesores, estudiantes y administrativos
tuvieran voz y voto en las decisiones.
Más, existían intenciones profundas:
participar directamente en la elección del Rector, aspiraban que su
nombramiento no dependiera del Vaticano, sino de la Iglesia Católica chilena.
Los reformistas veían
en el Arzobispo, Rector y Gran Canciller de la Universidad, Monseñor Alfredo
Silva Santiago (1894 – 1975), a la antítesis de las transformaciones.
Como dato al margen,
Don Alfredo Silva Santiago apoyó a ingenieros de la
facultad para dar inicio a las trasmisiones, el 21 de agosto de 1959, de la
Corporación de Televisión de la Universidad Católica de Chile, Canal 13, en
Santiago.
De los 2 mil obispos
que votaron por las reformas planteadas en el Concilio Vaticano II, Monseñor
Silva Santiago, fue uno de los 90 que se opusieron a dichos planteamientos.
El 28 de junio de
1967, los estudiantes, después de convocar a un Plebiscito, donde la pregunta
era concisa y precisa: “¿debe renunciar el Rector de la UC, designado directamente
por el Vaticano?”.
La respuesta fue categórica: 3 mil 221 estudiantes,
contestaron si, y 569 no; 2 mil 500 se abstuvieron y 300 votos en blanco
(declarados nulos).
Los del “si” se pusieron
en contacto con el Arzobispo de Santiago, Cardenal Raúl Silva Henríquez (1907 –
1999), para pedirle su apoyo en esta gestión.
Monseñor Silva
Henríquez era conocido por su inclinación a las transformaciones de la
institución ya citada. Su posición en la Iglesia Católica chilena era hacia el
progresismo social, votando positivamente por las reformas en el Concilio
Vaticano II.
Aún más, en uno de sus manuscritos escribió la decepción que tuvo
al ser nombrado Arzobispo de Santiago, donde se encontró “con la desagradable
sorpresa de que no tendría injerencia alguna dentro de la Universidad y que
ésta mantendría como Rector y Gran Canciller a Don Alfredo Silva Santiago”.
El Cardenal se
comprometió a tomar contacto con la Santa Sede para el nombramiento de un
Prorrector que asumiera la dirección del establecimiento, asegurando su
democratización.
Don Alfredo Silva Santiago, quedaría solo con el cargo de Gran
Canciller, es decir, máxima autoridad eclesiástica, sin ejercer autoridad
académica.
Inicialmente, se creó
el nuevo reglamento general, que venía discutiéndose desde hacían 2 años y en
sus páginas se explicitaba: el nombramiento del Rector continuaría por la Santa
Sede, pero ya no en forma arbitraria, sino a través de una terna propuesta por el
Consejo Superior.
Se suprimía la cláusula que exigía que el Rector fuera un
sacerdote. Del mismo modo, sobre la obligación de los profesores de hacer profesión
de fe.
Se le entregarían facultades al Rector para nombrar a los profesores y
autoridades superiores, (anteriormente éstos eran nombrados solo por el Gran
Canciller y Arzobispado de Santiago).
El Rector ya no dictaría los planes de
estudios, debido que éstos serían elaborados a través de las facultades.
Finalmente, el nuevo Rector,
excepcionalmente en esa oportunidad, sería elegido a través de la convocatoria
a un claustro pleno, formado por profesores y representantes estudiantiles.
Monseñor Silva
Santiago, quien fuera Arzobispo, Rector y Gran Canciller de la Universidad,
expresó su disposición de retirarse al momento que el Vaticano aprobara el
documento.
La génesis de esta Reforma
había comenzado el 15 de junio de ese
mismo año 1967, en la Universidad Católica de Valparaíso, donde estudiantes se habían
tomado la Escuela de Arquitectura en demanda de reformas y mayor participación
en las decisiones.
El Consejo Universitario solicitó la renuncia de su primer
Rector laico, desde 1964, Arturo Zavala Rojas. Entonces en esa casa de estudio
el Gran Canciller era Monseñor Emilio Tagle, Obispo de Valparaíso.
Ante tal situación,
los reformistas de la Pontificia Universidad Católica (PUC) de Santiago,
convocaron al Consejo General de la Federación de Estudiantes de la Universidad
Católica (FEUC), el día 10 de agosto, con el ánimo de iniciar una huelga para
destituir al Rector.
La votación concluyó con 63 votos a favor de la toma de la
Universidad y 9 en contra.
Uno de éstos últimos era el gremialista, vicepresidente del Centro de alumnos de la
Escuela de Derecho, Jaime Guzmán Errázuriz, Senador UDI, entre los años 1990
-1991, siendo un fuerte opositor a la reforma planteada por la FEUC.
La madrugada del 11 de
agosto, la Casa Central de la PUC, estaba tomada por los estudiantes. El líder
de ese grupo era el actual diputado Socialista, desde 1990, Carlos Montes
Cisternas.
Los encargados de materializarla estaban provistos de alambres,
candados, cadenas y comida.
Sus demandas eran: designar
un Prorrector encargado de organizar un claustro pleno, con un 75 por ciento de
profesores y un 25 por ciento de estudiantes, llevándose a efecto, en un plazo
no superior a 6 meses para la elección del nuevo Rector.
Recordemos que la
decisión de tomarse la Universidad provino del Consejo General de la FEUC, sin
consultar al resto de los estudiantes, por lo tanto, la reacción de los
descontentos conservadores fue el de tomar contacto con algunos dirigentes de
las escuelas de Economía y Agronomía.
A pesar de no estar
organizados, un grupo de exaltados conservadores partieron a desalojar a los
estudiantes en huelga.
Se relata que, la confusión era tal, entre golpes,
gritos, que los pacientes del Hospital Clínico, adyacente a la UC, optaron por
lanzar las chatas (orinal de cama para los enfermos que no pueden
incorporarse), desde las ventanas para que finalizara la gresca. Acertada idea.
Así comenzó la
organización de los opositores a la reforma. Formando el Comando por la Defensa
de la Universidad.
Mientras tanto, la
FEUC envió un emisario al Vaticano (1967). El elegido fue José Joaquín Brunner
Ried (demócratacristiano, luego MAPU y actualmente militante del Partido Por la
Democracia PPD), Ministro Secretario General de Gobierno (1994-1998), durante
la administración de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994 – 2000).
Brunner se dirigió a
la Santa Sede para conversar con el prefecto de la Congregación para la
Educación Católica, el Cardenal francés, Gabriel Marie Garrone, muy conocido
por su participación en el Concilio Vaticano II.
Este entendió las inquietudes
de los alumnos universitarios, pero no le agradó el método utilizado: la toma
de la universidad.
Mientras, en la
capital de Chile, los reformistas ganaban adeptos y opositores.
El principal
medio escrito chileno, en Santiago, de tendencia conservadora “El Mercurio”, hizo una fuerte crítica al
movimiento, exigiendo que los estudiantes devolvieran la Casa Central a sus
legítimas autoridades.
Con un sólido argumento, el periódico afirmaba que la
toma era promovida hábilmente por el Partido Comunista: “maniobra del marxismo
en torno a la democracia”.
Se apoyaba en
la publicación de una antigua revista, de frecuencia irregular, “Cuadernos Universitarios” (1967 – 1970, 2da.
época) por Juventudes Comunistas de Chile, Comisión Nacional Universitaria.
Ahí se sostenía que
los estudiantes comunistas debían ponerse al frente del movimiento
universitario, para lograr la democratización de los estamentos particulares,
eliminando sus autoridades e ir lentamente imponiendo la estatización.
Un largo lienzo con la
inscripción: “Chileno: El Mercurio miente” apareció a los pies de la imagen del Cristo Redentor, en el frontis de la
Casa Central de la PUC, por la Avenida Bernardo O´Higgins (Alameda) (11 de
agosto, 1967).
Se produjo tal
polémica que terminó en un debate televisivo a través de Canal 13.
Entonces,
esta estación televisiva funcionaba en el entrepiso del interior de esta Casa
de Estudios.
Por “El Mercurio”,
asistió su Director, el periodista René
Silva Espejo (1904 – 1980);
por la FEUC,
su presidente, Miguel Ángel Solar (1944), actualmente Director del Departamento
de Atención Domiciliaria del Hospital Regional de Temuco, candidato a concejal, independiente apoyado por la DC, en las últimas elecciones municipales, octubre, 2012.
En el foro, Miguel
Ángel Solar negó la participación de las juventudes comunistas en el
movimiento. Asegurando que la democratización había nacido en el grupo de los
jóvenes cristianos. No interfiriendo el hecho que los comunistas hubiesen
vuelto a publicar “Cuadernos Universitarios”.
Agregó en aquella oportunidad:
“y aún más, aunque realmente estuviéramos de acuerdo con los comunistas, aunque
unidos por el bien común, yo diría, no les tenemos ningún miedo”.
René Silva Espejo, en
tanto, afirmó que todos coincidían en que las universidades, incluyendo las estatales,
podían ser objeto de mejoramientos y modificaciones, pero, para llegar a ese
objetivo no era necesaria la violencia.
Agregó además que, la petición de un
gobierno, más el hecho que los estudiantes cristianos estuvieran de acuerdo con
los comunistas, no era para darle un valor temporal.
El 18 de agosto,
después del debate televisivo, un grupo reducido del Comando por la Defensa de
la PUC, intentó recuperar la Casa Central, sin lograrlo.
El día anterior, el
gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964 -1970), había reaccionado solicitando a
la Santa Sede encomendar al Cardenal Raúl Silva Henríquez, para solucionar el
conflicto.
El Vaticano aceptó y le confirió los poderes correspondientes el 20
de agosto.
En una entrevista
Monseñor explicó:
“El Presidente me urgió tomar medidas y me manifestó que si
el lunes 21 no estaba solucionado, el Gobierno tomaría la Universidad…, la
Central Única de Trabajadores CUT, había anunciado acciones de solidaridad con
los alumnos y lo que se temía era que la izquierda marxista avivara la
situación hasta provocar una revolución contra el Gobierno".
Ese lunes, el Cardenal
se reunió con los profesores, quienes en su mayoría apoyaban la toma.
Estos
propusieron para el cargo de Prorrector al docente DC, de la Escuela de
Arquitectura, Fernando Castillo Velasco (1918), Intendente de la Región
Metropolitana (1994), alcalde de La Reina (1965-1968, 1992-1993, 1996-2004).
Pero los alumnos universitarios querían al sacerdote italiano Egidio Viganó,
Rector Mayor de la Congregación Salesiana de Don Bosco (1977-1995) y profesor
de teología dogmática en el establecimiento.
Monseñor Silva Henríquez
negoció con la FEUC, transando en la aceptación de las demandas estudiantiles a
cambio que éstos aceptasen a Castillo Velasco.
Monseñor Alfredo Silva
Santiago no firmó el acuerdo y renunció a su cargo de Gran Canciller y Rector
de la PUC.
La toma finalizó el 22
de agosto, es decir, 11 días despúes.
En los primeros días
de septiembre, la Santa Sede aceptó la renuncia de Monseñor Silva Santiago.
Fernando
Castillo Velasco asumió como Rector interino. Cinco meses más tarde fue ratificado
en su cargo, en un claustro pleno de académicos y estudiantes.
Las reformas empezaron
de inmediato. Sin embargo, se produjeron grandes divisiones entre los
estudiantes proclives a ésta, dando inicio a un nuevo movimiento…
Al año siguiente, los
estudiantes más radicales demócratas cristianos, se separan y forman el “Movimiento
11 de Agosto”. Su propuesta fue: una universidad al servicio del pueblo.
Esta división es el
antecedente de la ruptura que tuvo a fines de los 60s, el Partido Demócrata
Cristiano, donde nació el nuevo Movimiento de Alianza Popular Unitaria MAPU.
Uno de sus fundadores fue el actual sociólogo, Manuel Antonio Garretón (1943), presidente de
la FEUC en 1973, junto a Carlos Montes
Cisternas, Jacques Chonchol, Rafael Agustín Gumucio, José Miguel Insulza, Tomás
Moulian, Rodrigo Ambrosio, Enrique Correa Ríos, Jaime Estévez entre otros.
La división de los
precursores de la reforma ayudó a que los estudiantes que se opusieron a ella,
formaran el movimiento Gremialista, liderado por Jaime Guzmán Errázuriz. Sus
fundamentos eran la despolitización de la universidad y la autonomía del movimiento
estudiantil.
Guzmán Errázuriz fue
un opositor tenaz a la toma de la universidad planteada por la FEUC en 1967, y
a su presidente Miguel Ángel Solar.
Años más tarde, cuando Solar fue detenido
después del Pronunciamiento Militar en 1973, Guzmán se transformó en su defensor,
logrando su excarcelación y obteniéndole la visa para salir del país.
Los gremialistas
ganaron la FEUC en noviembre de 1968, con Ernesto Illanes como presidente.
Actualmente economista, profesor investigador en el Instituto de Economía de la
UC, fundador y Rector de la Universidad
de Puerto Varas (2001-2004).
El Movimiento
Gremialista siguió al frente de la FEUC hasta el fin de la rectoría de Fernando
Castillo Velasco en 1973.
Con el Gobierno
Militar los rectores fueron relegados de sus cargos.
No obstante, se dio la
paradoja de que, la reforma pedida por los estudiantes en 1967, no fue apoyada
por la FEUC, durante cinco años.
Esta fue concretada por la rectoría y
académicos. Los gremialistas se opusieron a ella, argumentando que eran
apolíticos.
Pero, al comienzo de
los 70s, impulsaron la movilización social contra el gobierno de Salvador
Allende Gossens (1970-1973).
En 1980, , fundaron el
Movimiento de Unión Demócrata Independiente como base ideológica del partido
Unión Demócrata Independiente UDI (1983), en las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1989, para ser
partes del futuro Gobierno de Transición a la democracia.
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